- Autora: Marta Perera
- Fecha de publicación: 15 de septiembre de 2021
- Medio: Traveler
Este restaurante de Gavá es un elogio a la quietud, al ritmo lento.
Imagínate a pocos metros del mar, bajo un manto de pinos y envuelto de brisa marina, donde los olores de salitre y de resina se mezclan, donde el sol se cuela entre las sombras de las ramas. Un pequeño (o no tan pequeño) paraíso con nombre propio en el que entorno y producto se mimetizan para que te sumerjas en una cocina de producto con mucha brasa y poca parafernalia.
Oscar Manresa y su hija Nicole bautizan a esta finca de Gavá (Barcelona) como Catalina en homenaje a la matriarca de la familia. “Siempre hemos vivido delante del mar, nos hemos criado oyendo las olas, oliendo a sal.. Y cuando nos imaginamos qué tipo de restaurante haríamos sólo tuvimos que pensar en qué le hubiera gustado a mi abuela. El resto fue rodado”, cuenta Nicole.
La elegida para vestir el espacio fue Estrella Salietti, ¡y menudo reto por delante teniendo en cuenta que la finca suma 24.000 metros cuadrados! Tras la reforma, la interiorista propuso un local de estilo mediterráneo, con un toque colonial y dotado con una zona exterior de un mood chill out para lograr diferentes ambientes dentro de un mismo espacio. “Hay una pequeña columna con una luz y una kentia, no es un rincón muy vistoso o que esté de paso, pero cuando veo esa esquina veo a mi abuela”, añade la nieta.
DAME LA BRASA
Como cualquier familia, los Manresa no coinciden siempre en gustos. Y como reza el dicho, en la diferencia reside el gusto y la riqueza. Pues indagando, descubrimos que a la abuela Catalina le pirraban las croquetas de jamón, que Oscar se lanza de cabeza al steak tartar y que Nicole no puede vivir sin unos buenos papardelle con frutti di mare.
Para evitar discusiones decidieron crear un restaurante que reuniera aquello que les unía. Es por ello que en Catalina reinan las llamas, porque en las reuniones familiares éstas están siempre presentes: cualquier comida o cena en casa implica brasas.
Además de Oscar y Nicole, detrás de los fogones tenemos al chef Andrés Conde (ex-jefe de Tickets y Disfrutar) y frente a la sala Sergi Codina junto con Víctor Juárez. Un equipo de profesionales que dan forma, sustancia y sabor, y que proponen una carta pensada para compartir. Su propuesta es un reflejo del entorno con platos en los que manda el producto: brasas de carne y pescado, unos señores arroces y un picoteo con un rincón privilegiado reservado a los vegetales.
Como aquel que recibe un amigo en casa, la bienvenida cuenta con un aperitivo, en nuestro caso dos trozos bien fríos de sandía impregnados en vermut blanco y lima. Papilas gustativas en posición. ¡Esto promete!
A continuación, siguieron otros platos con los que Oscar rinde tributo a su madre: navajas a la meunière, ensaladilla de cangrejo real, berberechos y anchoas “hechos en casa”, gazpacho de jalapeños y, finalmente, el protagonista de la fiesta, el rey de la pista: el rodaballo estilo Getaria.
Hecho a la leña de encina y marabú, te sirven la pieza entera (de cocción perfecta) acompañada de patatas y regada con una maravillosa vinagreta de aceite, guindilla, vinagre y limón. Un plato hecho, pensado y servido para que te pringues, rebañes y chuperretees los dedos, la gelatina y hasta las espinas. Un festival que te dejará pegado a la silla.
A los amantes de los postres caseros, os reto a terminar con la tarta de quesos Comté e Idiazabal y coulis de frutos rojos, o con una versión más ligera, una refrescante macedonia preparada al momento con más de 20 tipos de frutas.
Para los que no os guste iros a casa y alarguéis siempre las despedidas, las sobremesas corren a cargo de Catalino, el alter ego de Catalina. El espacio ideal para cerrar y elevar el final de cualquier comida o cena. Una zona exterior ajardinada donde tomar el café o rematar con una copa rodeado de naturaleza y con música de fondo.
Y ahora que ya estoy en casa, tras escuchar cómo habla la familia de la abuela Catalina, una vez disfrutada esta maravillosa comida y una sobremesa de las que quiero recordar, me viene a la mente la obra de Héctor Abad, El olvido que seremos, y pienso: “Qué suerte tienes Catalina, que no eres olvido, sino recuerdo”.